Ayer, después del trabajo, me fui a dar un paseo. Después de una media hora andando, me di cuenta que no me había detenido en ningún momento, que ningún semáforo había interrumpido mi caminata. Me planteé algunos interrogantes cuya respuesta tuve que aplazar hasta que llegué a casa y pude encender el ordenador. Aquí tenéis unas pequeñas pinceladas de mis descubrimientos
El 9 de diciembre de 1868 se instaló, en Londres, frente al parlamento británico de Westminster, el primer semáforo. Fue diseñado por John Peake Knight, ingeniero que se inspiró en las señales que se utilizaban en las vías férreas. Era un «artefacto» que constaba de dos brazos móviles que se alternaban, indicando qué vehículos podían continuar la marcha y cuáles debían detenerse. Cada brazo disponía de una lámpara de gas (una roja y otra verde). Además le incorporó sonido. Un zumbido avisaba de que se debía parar y dos zumbidos indicaban la reanudación de la marcha.
El accionamiento, cambio y control del semáforo era llevado a cabo por un operario policial.
Desgraciadamente, poco más de un mes y medio después de su instalación, explotó. El operario falleció.
El primer semáforo propiamente dicho se instaló en 1914 en Cleveland (Ohio. EE. UU.) y en Europa, el primero se colocó en París, en la plaza Strasbourg-Saint Dennis.
Desde entonces, este mecanismo ha regulado millones de cruces y sus luces rojas, verdes y naranjas han pasado a formar parte del imaginario colectivo de toda la Humanidad.
Con respecto a España, que es lo interesante, el primer semáforo se instaló en Madrid hace 92 años, regulando el tráfico entre las calles Alcala y Gran Vía. Su instalación duró más de dos meses.
Supuso todo un acontecimiento para los que se desplazaron al lugar para presenciar el espectáculo. Los madrileños aprovecharon la ocasión para convertir el estreno en motivo de celebración. Por aquel entonces, los semáforos no se llamaban semáforos (la prensa los llamaba «faros luminosos»). Las calles no eran lo que son.
Hoy en día, las señales están totalmente integradas en el paisaje de la metrópoli, por lo ello, la sensación, es que han estado ahí desde siempre. Actualmente en Madrid hay aproximadamente más de 130.000 semáforos, parecen pocos ¿verdad?
En los últimos 90 años han cambiado mucho estos aparatos, adaptándose a las necesidades de las ciudades, peatones y evolución tecnológica. El primer semáforo era electromecánico (sólo para vehículos y no para peatones).
Hacia los años 70 pasaron a ser electrónicos y funcionaban con cableado, lo que permitió programarlos para coordinar las calles y rutas. Ahora, los semáforos son como pequeños ordenadores que incorporan microprocesadores y se regulan, en su mayoría, con fibra óptica.
A día de hoy, encontramos semáforos, y mensajes en semáforos, de todo tipo